EGOismo

Sumergiéndome un poco más en los recovecos del ser humano, seguiré hablando del egoísmo, al hilo de los comentarios que me habéis dejado en la entrada anterior.
No quiero parecer excesivamente prepotente, o inconsciente o egoísta, acusando a los demás de egoísmo. Ni pecar de no ver la viga en el ojo propio. No se trata de eso. Yo soy egoísta. Lo soy, pero no más que generosa, por ejemplo. Y en cuestiones de dar y recibir, en el caso de mis amigos, no sólo no espero recibir nada a cambio de lo que doy, sino que siempre tengo la sensación de que recibo más que doy.
Yo hablo de otro tipo de relaciones, no hablo de amistad con mayúsculas, sino de relaciones interpersonales, de las estándar, esas que todos establecemos con todos los que no son familiares y AMIGOS. Y ahí, no nos engañemos, si no hay toma y daca, se jodió la relación. No es que yo espere algo concreto a cambio de lo que doy en una relación interpersonal, pero si yo doy y lo que obtengo son muestras de cierta ruindad por parte del otro... pues eso no da muy buena imagen. Tampoco es que me llegue al alma, ya que esas relaciones son relativamente superficiales, pero me asquea, no lo puedo evitar. Me asquea que el egoísmo impida que en una relación exista la condición de igualdad. Porque todos hemos comprobado en nuestra infancia que, en un balancín, si no intentamos mantener una igualdad en las fuerzas del impulso, uno de los dos acaba mordiendo el polvo. Vamos, que se hostia.
Y tengo el cuerpo dolorido y los dientes llenos de polvo.

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Echo de menos
la cama revuelta
ese zumo de naranja
y las revistas abiertas.

En el espejo
ya no encuentro tu mirada
no hay besos en la ducha
ni pelos, ni nada.

__(Echo de menos - Kiko Veneno)__