San Juan

Los días (o las noches) que sueño mucho no descanso bien. Hoy me he pasado toda la noche peregrinando por una extraña ciudad en la que no he estado nunca, con dos personas conocidas y nada relacionadas entre sí, y una tercera desconocida. Y cargando con un fax... Qué cosas.
El tranvía (que lo había) pasaba por unas vías que más se parecían a las del metro por su profundidad, que a las que realmente usan los tranvías. Pero eso sí, estaban hechas directamente sobre el barro, con lo que caerse a las vías del tranvía era equivalente a caer en una fanganosa zanja.

Este fin de semana es San Juan, y en un alarde poco habitual de credulidad, vamos a suponer que quemo un papel con los malos sueños y los buenos, y a partir del Domingo todo lo bueno empieza a venir sin parar. Que no es que ahora tenga mucho malo, pero nunca viene mal algo un poco más bueno.

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El reloj de la suerte marca la profecía,
deseo, angustia, sangre y desamor.
Mi vida llena y mi alma vacía.
Yo soy el público y el único actor.

Las olas rompen el castillo de arena,
la ceremonia de la desolación,
soy un extraño en el paraiso,
soy el juguete de la desilusión.
Estoy ardiendo y siento frío.

______(Frío - Manolo Tena)______