Las personas tenemos querencias que otras personas difícilmente comprenden. Es así, lo único que tenemos que hacer es dejar a los demás tranquilos con sus querencias, porque por muy peregrinas que nos parezcan, tengo la seguridad de que no es más de lo que les parecerían a ellos las nuestras.
Este pseudoalegato no es más que demagogia que esconde una reivindicación: ¡dejadme dormir en el sofá en paz!
Una de esas querencias mías que los demás parecen empeñarse en contrariar es tumbarme en el sofá. Mucho rato. A ser posible, empezar la noche durmiendo en él, hasta cierta hora de la madrugada, en la que decido mudarme a la cama. Eso no es de ahora, con los años lo he ido perfeccionando, pero siempre he tenido querencia por el sofá. Lo peor de todo es que durante casi toda mi vida han sido sofás incomodísimos, así que eso lo único que hace es reafirmar esa tendencia mía: si aun en esos sofás me quedo, será que me gusta, ¿no?. El día que tenga un sofá cómodo, como el que tiene ahora mi madre en su casa, en la que tengo la desgracia de no pasar más que unos cuantos días señalados del año, ese día seré feliz. Indudablemente lo considero uno de los placeres de mi existencia, porque aun cuando tengo una cama comodísima en la que me encanta dormir, no renuncio a pasar mis primeras horas durmiendo en el sofá.
La parte negativa de mi sofafilia es que, en mi posición favorita, tardo en dormirme menos de lo que dura un caramelo en la puerta de un colegio. Así que película que pongo en el vídeo - disculpad, es dvd pero yo sigo llamándolo vídeo - película que dejo a medias de no ser que me haga el serio planteamiento de verla sentada. Y eso es una renuncia grande a mi placer sofafílico.
Andreu Buenafuente es un señor catalán, con perilla, chaqueta, gafas de pasta y algunos tics, que en la actualidad presenta un programa de estos que llaman de
late night. Un
late show, para que nos entendamos. Para que nos entendamos en inglés, digo. Bien, pues Buenafuente me cae en gracia. Es de las pocas personas cuyo marcado acento catalán no me saca de mis casillas. A pesar de que tiene un toquecillo demasiado políticamente correcto, dentro de su incorrección, el tipo me cae bien, y me parece bueno llevando el programa.
Anoche anunció que entrevistaría a Juan José Millás, un escritor con el que me pasa lo mismo que con Arturo Pérez-Reverte, pero al revés: le tengo simpatía.
Si conjugamos las dos cosas que acabo de contaros, llegamos a una inequívoca conclusión: Buenafuente 0 - Sofá 1.
Cuando me desperté, sólo quedaban los infocomerciales a modo de restos del naufragio.
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Los restos del naufragio
quedaron esparcidos
o desaparecidos o rotos.
Nos queda el presente
que ya es suficiente
y no nos debe faltar,
nos queda la suerte
que si se balancea un poco,
nos puede tocar.
__(Los restos del naufragio - Bunbury)__